Las monedas pueden sufrir una variedad de daños a lo largo del tiempo debido a su circulación, manipulación o almacenamiento inadecuados. Algunos de los daños más comunes que pueden ocurrir en las monedas son los siguientes:
- Desgaste: El desgaste es el resultado del contacto repetido con superficies o el roce constante entre monedas. Puede provocar la pérdida gradual de detalles y relieve en la moneda, especialmente en las áreas expuestas más prominentes.
- Arañazos y raspaduras: Los arañazos y raspaduras son marcas visibles en la superficie de la moneda que pueden ser causadas por el contacto con objetos duros o abrasivos.
- Corrosión: La corrosión se produce cuando la moneda entra en contacto con sustancias químicas o ambientes corrosivos, como la humedad, el aire o productos químicos. Esto puede provocar manchas, decoloración y la degradación del metal.
- Golpes y abolladuras: Los golpes y abolladuras son deformaciones en la forma de la moneda causadas por impactos o compresión. Pueden afectar tanto el diseño como la estructura de la moneda.
- Limpiado y pulido incorrecto: Los intentos de limpiar o pulir una moneda de forma inadecuada pueden resultar en daños, eliminando el pátina natural, rayando la superficie o incluso desgastando el metal.
- Falsificaciones y alteraciones: Algunas monedas pueden ser falsificadas o alteradas para parecer más valiosas o raras. Estos daños pueden incluir modificaciones en el diseño, añadir marcas falsas, cambios en el metal, entre otros.
Estos son solo algunos ejemplos de los daños que pueden ocurrir en las monedas. Es importante tener cuidado al manipular y almacenar las monedas de forma adecuada para minimizar los riesgos de daños y preservar su estado original.